sábado, 18 de abril de 2020

Tiempo de pandemia: duelo

(Es tiempo de pandemia. Tiempo de emociones y miradas intensas. El único objetivo de estas entradas es el de satisfacer una necesidad que a veces calificaría de terapéutica. Reflexiones y opiniones que le vienen a uno a la cabeza cuando la cabeza no para)




Ya todo parece más tranquilo. Teléfono sin parar y vuelven las cosas de siempre, los motivos de consulta aplazados. Estos días pasados parecen lejanos y pienso que es el efecto de vivir entre dos mundos paralelos, los dos que empiezan a ser cotidianos aunque espero que no sea así por mucho tiempo.

Y entonces leo un nombre que ya no está aquí. Lo leo y el primer sentimiento es de desasosiego por volver a la prisa y la incertidumbre de días pasados. La familia quiere saber. Una familia que quiere saber, que no entiende, que necesita respuestas que yo no tengo. Hablo, y sobre todo, escucho. Escucho porque me doy cuenta de que es lo mejor que puedo hacer. "Aquello era un caos", me dicen, "no pudimos estar con él. Fue todo muy frío" Pienso en lo que me transmite ese tono de voz, en la lucha entre una correcta aceptación de las circunstancias y una acallada rebeldía. Una voz buscando culpables en un tiempo en el que todos eramos posibles víctimas.

"Todavía no nos han devuelto sus objetos personales" Y  me cuenta lo duro que es eso. Y me quedo con esa frase e intento imaginar cómo tiene que ser no tener vínculo con la persona amada que ya no está. Lo etéreo de la muerte, que se convierte en una idea abstracta aplicada a un ser querido. No ha habido una mano que agarrar, un último beso, un adiós entre lágrimas. No hay siquiera un ritual de despedida, un acompañamiento de abrazos y pésames, de esos que a veces nos incomodan pero que ahora se sienten necesarios.

Recuerdo a Joan Didion contando en El año del pensamiento mágico, como un año después de la muerte de su marido, sus trajes seguían en el armario. Porque deshacerse de ellos, era como deshacerse de la posibilidad de la vuelta. Una vuelta que no iba a ser, y una realidad pendiente de ser aceptada. Camino de casa pienso en el duelo. En un duelo distinto, de pérdidas inasibles, de tiempos marcados por la premura, el miedo y la incomprensión. De culpas soterradas y aceptaciones imposibles. Queda mucho de pandemia todavía.

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