lunes, 6 de abril de 2020

Tiempo de pandemia: distancia

(Es tiempo de pandemia. Tiempo de emociones y miradas intensas. El único objetivo de estas entradas es el de satisfacer una necesidad que a veces calificaría de terapéutica. Reflexiones y opiniones que le vienen a uno a la cabeza cuando la cabeza no para)


Desde que comenzó el confinamiento, cuando voy a trabajar procuro aparcar un poco alejado del centro de trabajo. No a mucha distancia, nunca más de aproximadamente cien metros. A veces, al volver a casa hago lo mismo. Esa distancia, cuando termina la jornada,  la recorro despacio, disfrutando del aire fresco en la cara después de haber respirado largos ratos con la mascarilla puesta. Es la distancia que mas disfruto.

Hay otras distancias que no me gustan aunque sean ahora totalmente necesarias. La que tomo cuando ausculto, la justa que me permita hacerlo bien, pero ya sin poner la mano en el hombro del paciente como hacía algunas veces para intentar rebajar la tensión del momento.  La distancia brutal que supone hablarle a alguien parapetado tras una mascarilla, una pantalla protectora, unos guantes, una bata de plástico.. Mi postura calculada, de pie, las manos entrelazadas, intentando tocar solo lo imprescindible, emitiendo sonidos que intuyo un poco distorsionados. Una forma de atención despersonalizada y por ello mismo violenta que se intenta compensar con actitud amable y empática. Convierto la palabra en mi arma más eficaz para acortar esa distancia y confío en que se intuya mi sonrisa a veces en mi mirada.

Y están las distancias que acercan. Recibo mensajes de gente con la que hacía tiempo no hablaba, el contacto con la familia es más frecuente, incluso con la familia no tan cercana. Hablamos más entre vecinos, incluso de ventana a ventana, como antes, como toda la vida. Tengo la sensación de que las puertas están más abiertas, y que la distancia social recomendada acerca al mirarnos más a los ojos.

Hoy una amiga me preguntaba como lo llevo y me preguntaba si no decaía. Lo primero que me ha venido a la cabeza ha sido "distancia emocional". Como mecanismo de defensa. La jodida distancia emocional con la que lidiamos las personas que nos dedicamos a la sanidad. Toda mi carrera profesional con la duda de cuál será la distancia justa, la apropiada, la que haga que te sientan cercano, pero que no implique que te lleves los problemas de los pacientes contigo encima. La que pueda permitirte colgar junto con la bata todo lo emocional relacionado con mi trabajo. ¿Cómo de amplia o estrecha debería de ser esa distancia ahora? ¿Cómo se hace?

2 comentarios:

  1. Y cómo se hará en el futuro cercano, tocayo. Cómo serán las distancias, físicas y mentales. No sé si no se van a modificar muchos hábitos, a cambiar nuestra cultura.

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  2. ¿Qué nuevos hábitos y costumbres adquiriremos? ¿qué sentimiento de culpa social desarrollaremos por no haber podido proteger a los más vulnerables? ¿cómo cambiará nuestra sensación de seguridad ?
    Está todo por ver....

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