sábado, 29 de septiembre de 2018

Los platos

Mi papel era el de ser testigo de la conversación. La hija decía que no entendía por qué tenía los platos guardados en un lugar que le obligaba a ponerse de puntillas y estirar el brazo para cogerlos. Ella reconocía que era posible que eso hiciera que le dolieran más los hombros, ,pero que tenía que hacer las cosas de casa.

-"Entonces habrá que cambiar los platos de sitio para que puedas cogerlos mejor, ¿no?", apuntaba la hija, con un tono que delataba que no era la primera vez que hacía esa propuesta.

Ella, se giró hacía mí, con la intención de darme el dato clave: "Antes, era él quien me cogía los platos cuando se lo pedía"

Pero él hace unos meses que ya no está.

Cuenta Joan Didion en El año del pensamiento mágico, que meses después de que su marido falleciera por causa de un infarto, seguía teniendo sus trajes en el armario y sus objetos personales en el dormitorio tal y como estaban hasta la noche que se lo llevó la ambulancia de casa al hospital. Explica que no era el dolor de los recuerdos lo que le impedía deshacerse de ellos. Mientras estaban allí, intactos, tenía la sensación de que nada de todo aquello había pasado. Tenia, de alguna manera, la sensación de que él no se había ido y la esperanza de que iba a volver en cualquier momento. Recoger los objetos personales y sus trajes era eliminar esa (ficticia) posibilidad de la vuelta, traicionarle, y cerrar definitivamente una puerta.