martes, 19 de enero de 2016

Indemorables (I)


Casi siempre son un caos los lunes en la consulta. Y no necesariamente porque acuda mucha gente o porque las patologías sean más graves sino por esa sensación de torbellino, lío, alboroto que preside la jornada. Suele ser un día de gestionar, resolver o recolocar lo que ha pasado durante el fin de semana. Es un día de valorar lo que ha estado pendiente de la evolución en esos dos días de descanso o  tienen la característica de los días en los que terminan los ultimátum, (“del lunes no pasa”), a diferencia  de los martes o los miércoles que son más días de paso y los jueves o viernes que se dedican más a resolver asuntos o hacerse ultimátum.

Ayer fue lunes. Y fue como casi todos los lunes. Estamos en época de virus y éstos días  se suman a la fiesta del caos de ese día. Los lunes son días de indemorables o urgentes. De consultas indemorables o urgentes quiero decir. No sorprende el caos del lunes porque se va haciendo rutina pero ayer me llamaba la atención que hubiera urgentes cuando hoy, el anodino martes, había bastantes huecos en la agenda.

Es un clásico el asunto de los urgentes que no lo son, de los indemorables que aparecen cuando menos lo esperamos aunque nunca nos sorprendan, de lo que nos suelen molestar, etc….Tan clásico que da para unas cuantas entradas sobre tópicos y soluciones imposibles y eurekas improbables.
La educación del paciente o ciudadano en cuanto al buen uso de los servicios sanitarios en general y de los de urgencias en particular es una de las estrategias que más se recomiendan. Explicar al paciente los síntomas y signos de alarma, los tiempos prudentes de espera, las medidas terapéuticas que pueden tomar en primera instancia hasta ver si el cuadro clínico se soluciona o no, y algunas otras cosas de ese tipo son las que hacemos para prevenir en futuras ocasiones consultas urgentes innecesarias (¿)

Me gusta preguntar a la gente que viene como urgente y siempre que no haya síntomas que causen mucho disconfort como el dolor, la fiebre alta o un malestar general objetivo, los motivos por los que considera que tiene que ser atendido en es emomento sin poder esperar un día, en ocasiones unas horas, más. La primera cosa que me llamaba la atención es lo difícil que resulta hacer esa pregunta sin que mucha gente se sienta incomodada. Desde la misma pregunta la gente se consideraba juzgada cuando mi intención era meramente exploratoria. Me costó pero creo haber aprendido un poco a modular la forma de indagar motivos evitando que el malestar sentido invalide las respuestas.


El siguiente hallazgo, obviamente con la limitación de que es solo desde la percepción personal,  que me sigue pareciendo relevante es que en la mayoría de esos motivos, el elemento determinante para decidir acudir de manera urgente a la consulta tiene que ver con valores y creencias acerca de lo que les puede estar ocurriendo y del funcionamiento del sistema sanitario más que con el conocimiento o desconocimiento de la gravedad  de los síntomas padecidos. 

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