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sábado, 29 de septiembre de 2018

Los platos

Mi papel era el de ser testigo de la conversación. La hija decía que no entendía por qué tenía los platos guardados en un lugar que le obligaba a ponerse de puntillas y estirar el brazo para cogerlos. Ella reconocía que era posible que eso hiciera que le dolieran más los hombros, ,pero que tenía que hacer las cosas de casa.

-"Entonces habrá que cambiar los platos de sitio para que puedas cogerlos mejor, ¿no?", apuntaba la hija, con un tono que delataba que no era la primera vez que hacía esa propuesta.

Ella, se giró hacía mí, con la intención de darme el dato clave: "Antes, era él quien me cogía los platos cuando se lo pedía"

Pero él hace unos meses que ya no está.

Cuenta Joan Didion en El año del pensamiento mágico, que meses después de que su marido falleciera por causa de un infarto, seguía teniendo sus trajes en el armario y sus objetos personales en el dormitorio tal y como estaban hasta la noche que se lo llevó la ambulancia de casa al hospital. Explica que no era el dolor de los recuerdos lo que le impedía deshacerse de ellos. Mientras estaban allí, intactos, tenía la sensación de que nada de todo aquello había pasado. Tenia, de alguna manera, la sensación de que él no se había ido y la esperanza de que iba a volver en cualquier momento. Recoger los objetos personales y sus trajes era eliminar esa (ficticia) posibilidad de la vuelta, traicionarle, y cerrar definitivamente una puerta. 




domingo, 28 de diciembre de 2014

Narraciones encontradas

Acudimos a un taller sobre medicina y ética narrativa impartido por Maite Cruz (@maiteazules ) y Elena Serrano (@eserrano) en el 25 congreso de entrevista clínica y comunicación asistencial. Guarda uno un buen recuerdo de lo vivido, y un sentimiento de utilidad de lo aprendido cuando ideas, conceptos o interrogantes, aparecen con cierta cadencia a lo largo del tiempo espontáneamente, sin invocarlos. Y eso es lo que me viene pasando a mí desde entonces.

Se llena la consulta cada día de historias. Cada persona trae implícita la suya propia, obviamente. Esas se nos muestran y las conocemos de acuerdo a la continuidad de la asistencia médica. Los años y los acontecimientos vitales construyen ante nuestros ojos una biografía de las personas que atendemos. Con retales de apenas diez minutos vamos conformando, a veces un collage, sin aparente línea argumental, que en fogonazos nos transfiere información. Otras veces cada visita es una escena y la línea argumental es más diáfana. En todo caso, siempre con retales, momentos puntuales como piezas básicas con las que construimos dicho relato.

Y cada uno de esos retales, de esos motivos de consulta, ordenados, mezclados, de uno en uno o presentados a coro, son una historia en si misma. En este caso hay un narrador definido: el paciente, que nos cuenta el por qué de su visita, que nos lo cuenta de un modo determinado, poniendo los acentos dramáticos en lo que es más importante para él, que ordena el relato, probablemente de un modo inconsciente pero no necesariamente aleatorio. Historias planas a veces, historias ocultas, historias que nos dicen más por lo que no se cuenta, historias trágicas, de esperanza, de expectativas e incertidumbre.

Como en un juego de muñecas rusas, la misma consulta tiene un relato en busca de narrador. Desde el primer momento de interacción entre el profesional y el paciente ya hay algo que contar. Podemos repasar mentalmente esa consulta, podemos ponerle palabras que definan posturas físicas, descripciones de gestos, ambientes, sensaciones. Narrar de un modo absolutamente descriptivo y neutro cada instante, tal y como lo recordemos. En el hecho de narrar pueden mostrarse elementos ocultos hasta ese momento, rupturas en la conexión personal, o por el contrario conexiones aparentemente improbables. Podemos tener una sensación de armonía o de zozobra, y podemos identificar los detalles a partir de los cuales surgen esas sensaciones. 

En época de lo inmediato y lo efímero, de datos duros y datos blandos, de formularios y casilleros, la narrativa sigue reclamando su papel como herramienta que nos permite conocer, entender, comprender y ordenar.
Un territorio el de la medicina narrativa muy atractivo para explorar y conocer.


El (interesante) blog de Elena se llama Amantea